La Unión de Juventudes por el Socialismo realizará el 4 y 5 de diciembre un Congreso Nacional. Se impone un balance de la situación creada por el estudiantazo y de la situación nacional en su conjunto, luego de los últimos acontecimientos.
El estudiantazo
El año que termina se caracterizó por un fuerte protagonismo de la juventud. Con el “estudiantazo” se masificó la lucha en defensa de la educación pública; hubo ocupación de colegios, facultades e institutos terciarios. Con epicentro en la Ciudad de Buenos Aires se fue propagando al resto del país. El 16 de setiembre, aniversario de la Noche de los Lápices, decenas de miles de estudiantes ganaron la calle en todo el país. Las patotas de la ‘juventud K’, que bloquearon nuestro acceso a Plaza de Mayo, fueron superadas
El “estudiantazo”, como toda gesta popular, jugó un papel clarificador. El gobierno nacional, empeñado en polarizar con el grupo Clarín y la derecha de los Cobos y Macri, quedó desenmascarado como responsable de la destrucción de la educación pública. Los funcionarios K, junto a los decanos de Carta Abierta y las agrupaciones oficialistas salieron con los tapones de punta para condenar las ocupaciones, cortes de calles y movilizaciones, y hasta promover brigadas “anti-toma” y “anti-luchas”.
Un régimen de patotas
La conducta reaccionaria de los K frente al “estudiantazo” marcó, en pequeña escala, a un régimen que se apoya en las patotas, o sea que terceriza la represión, lo que de ninguna manera excluye la propia acción policial sino que presupone su colaboración. Un régimen de estas características repele la organización independiente de la juventud y la combate por medio de la cooptación y de la regimentación. Los “nacionales y populares¨ van contra Clarín o Cobos y Duhalde, en nombre de los intereses mediáticos de los monopolios telefónicos o de los pulpos mineros y de la patria contratista emergente (Electroingeniería, Lazaro Baez, C. López), pero tampoco apela en esa confrontación a un movimiento popular activo y movilizado, que desbordaría fácilmente los límites infranqueables de un gobierno capitalista. El nacionalismo burgués solicita el apoyo de los sectores populares bajo una estricta política de control. Por eso no puede ser más ‘militante’ que lo que fue la Coordinadora Radical en los 80, que acabó corrompiendo por completo a Franja Morada.
Militancia o funcionarios del estado
Tanto el estudiantazo como la reacción popular que siguió al asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra han sido el escenario de una activa participación de la juventud en la lucha política y social. Asistimos al único hecho realmente revolucionario: a la presencia autónoma e independiente de la juventud. Esta acción tiene su expresión en los sindicatos y en el crecimiento de los sectores combativos que enfrentan a la burocracia sindical, como los movimientos piqueteros independientes que, antes, desplazaron a las manzaneras de los punteros de Duhalde y ahora procuran el mismo objetivo con los llamados ‘movimientos sociales’ comprados por el oficialismo.
El kirchernismo postula una organización de la juventud manejada por funcionarios de estado. Los jefes de La Cámpora calientan la silla en ministerios y dependencias públicas, cobrando salarios de miles y miles de pesos; uno de sus más prominentes regentea con Macri la Corporación de Puerto Madero. El militante es lo contrario del burócrata porque representan diferentes intereses sociales. Un sector de jóvenes que lucharon contra el menemato son ahora los espadachines adultos de un elenco que se formó con el menemismo y apoyó y realizó las peores privatizaciones de los 90. Hay una incompatibilidad absoluta entre la burocracia sindical y el joven militante, ni que decir con la Juventud Sindical de desgraciada memoria. La militancia solo es compatible con la revolución, con la expropiación de los expropiadores, con el gobierno de los explotados, con la sustitución del Estado por una humanidad socializada.
Para enfrentar concientemente los intentos reaccionarios de disciplinar a la nueva generación para servir al Estado capitalista, son necesarios un programa y una estrategia. En oposición a la armado artificial de una juventud desde el poder, luchamos por una organización autónoma y militante; frente a la pretensión de crear una juventud “nacional y popular”, o sea encuadrada en el régimen político actual y defensora del capitalismo, le oponemos una juventud socialista, que luche contra todo tipo de opresión y explotación, en unidad con la clase obrera y sus organizaciones de lucha.
A esta causa le dedicó su vida Mariano Ferreyra, militante de la Unión de Juventudes por el Socialismo y el Partido Obrero. Le decimos presente y le brindaremos nuestro homenaje luchando por construir una organización militante de la juventud, que luche por el socialismo junto a la clase obrera.
UJS- Partido Obrero
No hay comentarios:
Publicar un comentario