Tomando los votos a presidente y a diputados, el
Frente de Izquierda cosechó 660.000 votos en todo el país. Sostuvimos la
votación presidencial de agosto, y la extendimos fuertemente en el voto
a diputados. La pretensión de que sólo nos votaron en agosto “para que
pasemos de turno” se derrumbó.
Nos volvieron a votar, por el programa y la perspectiva política que defendimos.
La batalla contra la precarización laboral, el salario y las jubilaciones sólo tuvo tribuna en los candidatos del Frente.
La lucha contra el saqueo del petróleo, el gas o los ferrocarriles a manos de los privatizadores –pero tolerada por los K- también.
Ese caudal de votos es un mandato de cara al período que se viene.
El escenario de la crisis capitalista ya se instaló con fuerza.
Con suspensiones, recortes de horas extras y despidos de contratados.
Con una fuga de capitales galopante a favor de los monopolios financieros, industriales y exportadores.
El gobierno consiguió una votación plebiscitaria y se apresta a dominar el Congreso. Pero la bancarrota capitalista es implacable: sólo puede doblegarse con medidas anticapitalistas.
El gobierno tiene el 53% de los votos, pero carece de la orientación social y de la disposición política para ofrecer una salida.
Se abre, por lo tanto, una etapa política decisiva en la experiencia popular respecto del kirchnerismo. También un debate crucial respecto de la salida a la crisis, que debe en contrar al Frente de Izquierda con planteos políticos de fondo.
Para que no sean los jubilados, los trabajadores o los jóvenes precarizados quienes paguen la crisis.
Para terminar con la sangría de las reservas y del ahorro nacional, imponiendo la apertura de los libros y el control obrero sobre los movimientos de divisas.
Para prohibir las suspensiones y despidos, y para que las horas de trabajo se repartan sin afectar el salario.
Para oponer a la crisis del capital una salida anticapitalista.
Con esta tarea por delante, el Frente de Izquierda no va a llamarse a descanso. Redoblemos la acción política sobre las fábricas, colegios y barrios.
Desarrollemos una alternativa política de los trabajadores.
Ese es el mandato.
Nos volvieron a votar, por el programa y la perspectiva política que defendimos.
La batalla contra la precarización laboral, el salario y las jubilaciones sólo tuvo tribuna en los candidatos del Frente.
La lucha contra el saqueo del petróleo, el gas o los ferrocarriles a manos de los privatizadores –pero tolerada por los K- también.
Ese caudal de votos es un mandato de cara al período que se viene.
El escenario de la crisis capitalista ya se instaló con fuerza.
Con suspensiones, recortes de horas extras y despidos de contratados.
Con una fuga de capitales galopante a favor de los monopolios financieros, industriales y exportadores.
El gobierno consiguió una votación plebiscitaria y se apresta a dominar el Congreso. Pero la bancarrota capitalista es implacable: sólo puede doblegarse con medidas anticapitalistas.
El gobierno tiene el 53% de los votos, pero carece de la orientación social y de la disposición política para ofrecer una salida.
Se abre, por lo tanto, una etapa política decisiva en la experiencia popular respecto del kirchnerismo. También un debate crucial respecto de la salida a la crisis, que debe en contrar al Frente de Izquierda con planteos políticos de fondo.
Para que no sean los jubilados, los trabajadores o los jóvenes precarizados quienes paguen la crisis.
Para terminar con la sangría de las reservas y del ahorro nacional, imponiendo la apertura de los libros y el control obrero sobre los movimientos de divisas.
Para prohibir las suspensiones y despidos, y para que las horas de trabajo se repartan sin afectar el salario.
Para oponer a la crisis del capital una salida anticapitalista.
Con esta tarea por delante, el Frente de Izquierda no va a llamarse a descanso. Redoblemos la acción política sobre las fábricas, colegios y barrios.
Desarrollemos una alternativa política de los trabajadores.
Ese es el mandato.
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